El manifestante herido


“A la última alba huele el viento /
y no puedes protegerte de las balas / escudarte de la muerte.”
Helena Ramos
(Rusia-Nicaragua)


Por Norma Segades – Manias (Santa Fe/Argentina)

Como un pájaro ciego embistiendo cristales de escarchas avarientas,
como un pájaro ciego,
escucha en la distancia el coro de metálicos aullidos
con que la noche llama a ese musgo agrietado
que inaugura silencios en su boca.
Como un pájaro eternamente ciego,
extraviado en ramajes de injurias y traiciones,
despeñándose al fondo de un abismo devorador de sueños
donde asedian el alma desnudas telarañas de urdimbre en laberinto
y gangrenas viscosas.

Se le escapa la sangre en oscuros regueros de muerte a la deriva.
Se le escapa la sangre
huyendo de ese hueco agraviado por plomos contundentes
cuando sus convicciones entonaban consignas,
subvertían el vuelo de palomas
y el desempleo hería escaparates,
reclamaba salarios que eludieran mendrugos,
demandaba con nervios destemplados un trozo de justicia,
una pizca de orgullo
que evite la vergüenza de andar peregrinando con ojos de limosna.

Porque el mundo no sabe el precio que se paga por sucios armisticios,
por parir una patria
a un destino más digno que esta historia con harina en menguante,
por un mínimo espacio de pulcras rebeldías,
por mudos horizontes en derrota.
Porque el mundo no sabe de verdugos
ni sabe de su espanto tendido en los enigmas
ni sabe de su pena masacrada por los perros del odio
o el nombre de sus miedos,
porque el mundo no sabe que hay vuelos quebrantados al borde de la sombra.

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